Carlos Oquendo de Amat es sin duda alguna “el mago de la ensoñación”, entendiendo por ensoñación la capacidad de alterar la realidad objetiva en estado de vigilia, dejando fluir la imaginación, para así construir otra realidad que comienza a existir en el momento mismo de la inspiración del poema.
Nota del editor. Reproducimos el presente texto escrito por Miguel Guédez.publicado en 2004, en su sitio web 'Hablemos de poesía' bajo el titulo de: Carlos Oquendo de Amat y sus 5 metros de poemas (*)
“Abra el libro como quien pela una fruta”, si no reconoces este verso no te extrañes ya que fue escrito por Carlos Oquendo de Amat, en 1923. Este humilde personaje nació en abril de 1905 en el Perú, a las orillas del lago Titicaca, en la ciudad de Puno. Junto a César Vallejo y otros, Oquendo representó la etapa vanguardista de la literatura peruana. Publicó un único libro, o plegable, “5 metros de poemas” que al abrirlo todo y extenderlo, mide 5 metros. Esto refleja que esa advertencia con la cual empecé esta nota no fue en vano, pues más bien corresponde a la invitación que nos hace el poeta de tomar el libro con delicadeza y gusto lúdico, como quien toca unas bellas notas con un acordeón o se prepara a chequear las cartas que ha recibido en una mano de póquer, y les aseguro que en este caso, si llegan a abrir el libro, nunca podrán perder.
Carlos Oquendo de Amat es sin duda alguna “el mago de la ensoñación”, entendiendo por ensoñación la capacidad de alterar la realidad objetiva en estado de vigilia, dejando fluir la imaginación, para así construir otra realidad que comienza a existir en el momento mismo de la inspiración del poema. Ensoñación es lo que comúnmente denominamos como “soñar despiertos”.
El poeta de Puno ha logrado derrumbar las barreras del tiempo y el espacio, alcanzando así, una poesía predominantemente visual, aunque también con cierta presencia de sinestesia, de magnitudes cósmicas. Recrea el mundo, su mundo, que llega hasta donde su imaginación lo transporta, concibiendo una nueva realidad compuesta de retazos de luna, de cotidianidad, de mar y hasta de tecnología; todo eso revuelto en la más bella y alegre composición que solo puede nacer de la ensoñación y la “profunda serenidad del ánima”, según Dasso Saldívar.
Se prohíbe estar triste
Y la alegría como un niño
juega en todas las bordas
Oquendo de Amat llevó una vida aciaga y mísera, todo lo contrario a lo que manifestó en su poesía. Cuando apenas tenía 13 años muere su padre, hombre de ideas socialistas y, cuatro años más tarde, fallece también la madre, ambos arrasados por la tuberculosis. El poeta queda solo, en la inopia, y con algunos familiares a los cuales se les hace imposible acogerle por tener los bolsillos desinflados. Es a partir de la muerte del padre que comienza la vida dura y trashumante para el poeta puneño, quien debió alternar su estadía entre Lima y Puno buscando estabilidad. Ya para 1923 se establece en Lima, donde comienza un período de gran soledad y hambruna, a pesar de ello, se hace asiduo visitante de la Biblioteca Nacional y de la de San Marcos, donde lee sin cansancio a Mallarmé, Rimbaud, Éluard, Apollinaire, Valéry, Tzara, Vallejo, Huidobro y Bretón. Estos dos últimos marcan en la poesía de Amat una gran influencia; el primero, Huidobro, quien fuera el padre del creacionismo en su época, fijándolo para la historia con los siguientes versos del poema “Arte poética”: “Cuanto miren los ojos / creado sea / y el alma del oyente quede temblando. / Inventa nuevos mundos y cuida tu palabra… / Por qué cantáis la rosa ¡oh poetas! / Hacedla florecer en el poema / Sólo para vosotros viven las cosas bajo el sol…”. Y he aquí, con el poema “Amberes”, que podemos ver una demostración de ese creacionismo desarrollado por Amat, que a mí consideración, va un poco más allá del precepto, si se puede decir de algún modo: “Cuanto miren los ojos / creado sea” lanzado por el poeta chileno Huidobro, por el hecho de que Amberes es un puerto existente en Bélgica a orillas del Escalda, jamás visitado ni visto por Amat. “La Amberes de Oquendo no es la misma Amberes que podemos encontrar en los libros de geografía, es otra ciudad, un lugar imaginario, la ciudad elástica construida sobre la vieja Amberes”, discierne Luís Castañeda.
Fragmento de “Amberes”
En Amberes
E l c a l o r e s c o m o u n p e n s i o n i s t a
Amberes
Es la ciudad lírica Es la ciudad elástica
Es la ciudad sin distancias
las calles son tirantes de goma
Los niños en la primaria aprenden el problema de la ubicación
Y así como ponerse el sombrero
(acto mecánico)
basta con estirar una esquina
para sentirse proyectado de la escuela a la puerta de las dulcerías
Amberes
es un vino de amistad
es el sobre postal del mundo
ahora
Los navíos educados y hay saludos para el mundo
regresan a sus nidos en las fuentes de agua.
1925
Por otra parte está la influencia surrealista proveniente de Francia comandada por Bretón, que para el año 24, se expandía por toda Lima. El poeta de Puno se anota rápidamente entre los que asumen la libertad creadora, pero, a diferencia de los surrealistas franceses cuya poesía contiene matices de la vorágine citadina y propia, Oquendo revierte el caos y horror de la realidad a través de asociaciones de elementos hilvanados por una imaginación siempre a la orden de la alegría y de una profunda esperanza (“somos buenos y nos pintaremos el alma de inteligentes”) como remedio para socorrer a la tristeza. Su poesía esta conformada por “compuestos excepcionales de fragmentos extraídos de su contexto normal que no suelen encontrarse asociados antes del poema”. He aquí algunas de esas combinaciones maravillosas que lo acercan al surrealismo: “desde un tranvía / el sol como un pasajero / lee la ciudad; nos llenaremos la cartera de estrellas / y hasta hay alguno que firmara un cheque de cielo; LA LUNA CRECERA COMO UNA PLANTA; Árboles plantados en los lagos cuyo fruto es una estrella”. “La poesía de Oquendo es una celebración obstinada de la niñez”, advierte Luis Castañeda.
Oquendo escribió sus primeras líneas, que lo inmortalizarían para siempre, a sus 18 años. Dos años más tarde cerraría su libreta de anotaciones para dedicarse a la actividad política, porque pensaba que a través de esta su voz llegaría a muchas más personas, sobre todo a los desposeídos. En 1930 ingresa en el partido comunista peruano y comienza un peregrinaje con un fiel aliado: El capital, de Marx, quien lo acompañaría hasta sus últimos días.
En uno de sus poemas Oquendo decretó “nadie podrá tener más de 30 años” y al parecer esa frase se quedó grabada en sus entrañas, pues no pudo llegar a los 31 víctima de la misma enfermedad que se llevó a sus padres, la tuberculosis. Falleció en España en marzo de 1936 y fue enterrado en el cementerio de Navacerrada. Aparentemente los obuses de la Guerra Civil española disiparon todo huella física del poeta, y no se tuvo rastro de él durante 40 años hasta que su amigo y luego biógrafo, Carlos Meneses, emprendiera la ardua tarea de encontrar los restos de “este bueno aventurero de emociones”.
P u e r t o
El perfume se volvió un árbol
y vuelan los colores
de los transatlánticos
En el muelle
de todos los pañuelos se hizo una flor
Va cantando la música lineal de un bote
y el calor pasta la luna
De una taberna
un marinero
saca de las botellas cintas proyectadas de infancia
El es ahora Jack Brown que persigue al cow-boy
y el silbido es un caballo de Arizona
UN SUSPIRO DETRÁS DE LA MAÑANA
Y para que se ría
la brisa trae
l o s c i n c o p é t a l o s d e u n a c a n c i ó n
(*) FUENTE: https://migueleguedez.wordpress.com/2007/12/29/carlos-oquendo-de-amat-y-sus-5-metros-de-poemas/
Por Miguel Guédez. 2004