El poeta Jorge Nájar nació en Pucallpa, a orillas del río Ucayali, en 1946. Desde 1976 radica en París y visita regularmente la región amazónica. "La discreción que siempre ha caracterizado a Jorge Nájar ha contribuido a ocultar a lo largo de todos estos años un quehacer y una obra que, en la sombra casi, y a la sombra de ediciones tanto o más discretas que su autor, han ido creciendo, abriéndose, consolidándose.
Nota del editor. El artículo que se presenta a continuación, es una reproducción publicada originalmente por QUIPU VIRTUAL – Boletín de Cultura Peruana - Ministerio de Relaciones Exteriores N° 28, 11/12/2020. Para la presente publicación, el poeta Jorge Nájar ha agregado una selección de poemas que completan (según él) su antología mínima.
Jorge Nájar, entre el Ucayali y el Sena
Miguel Vilca Vargas. El gran acosador, 2016. Dibujo a lápiz sobre papel, Pucallpa.
El poeta Jorge Nájar nació en Pucallpa, a orillas del río Ucayali, en 1946. El reducido asentamiento shipibo, catequizado por los franciscanos a mediados del siglo XIX, había empezado a crecer a partir de la fiebre del caucho y era entonces una pequeña ciudad dedicada al comercio y la explotación de la madera. El poeta pasó parte de su infancia en Iquitos y acompañó a su padre en los campamentos madereros al interior de la selva. Allí oyó innumerables historias y leyó su primer libro: Los miserables, en un ejemplar ajado y encuadernado en piel de tigrillo. Su familia paterna era de Moyobamba, ciudad fundada por los españoles en 1540. Tuvo un abuelo japonés y, también, ascendientes de la etnia iquito. Desde 1976 radica en París y visita regularmente la región amazónica.
POETA REUNIDO
Por : Ina Salazar*
La discreción que siempre ha caracterizado a Jorge Nájar ha contribuido a ocultar a lo largo de todos estos años un quehacer y una obra que, en la sombra casi, y a la sombra de ediciones tanto o más discretas que su autor, han ido creciendo, abriéndose, consolidándose. Malas maneras (1973), Patio de peregrinos (1976, llamado ulteriormente Mate burilado), Arenas de Lutecia (1978), Finibus Terrae (1985), Lienzo escrito (1992) Mascarón de proa (1999), Allí donde brota la luz (2007) y Espíritus (2013) son los títulos detrás de los cuales se dibujan y toman cuerpo casi cuatro décadas de escritura, de una poesía singular que sin estar desconectada de las preocupaciones, formas y voces de su tiempo se hace, se forja un camino propio, aparte.
La experiencia poética empieza con los primeros poemas que el tímido provinciano, que está en la capital estudiando Educación y Ciencias Humanas, exhibe en el periódico mural de la Universidad Federico Villarreal, allá por el año 66 {...}. Esos mismos años, Jorge Nájar los comparte con los correligionarios del movimiento contestatario y utópico Hora Zero, no solo en la fundación del grupo en 1970, sino en las diversas propuestas y acciones emprendidas para tomar por asalto «la ciudad letrada», así como las que apuntan a la construcción de una conciencia de los orígenes, a la afirmación de una pertenencia provinciana asumida {...}. En el caso de Jorge Nájar, esto se concreta en una vuelta a la región natal y en la edición pucallpina de Malas maneras, su primer poemario. El designio de una recuperación y afirmación de los orígenes perfila el conjunto, se entrelazan la infancia y la geografía; el viaje, motivo recurrente y plurivalente a lo largo de la obra poética de Jorge Najar, es un viaje de retomo temporal y espacial.
Estos rasgos se confirman y se afianzan en el segundo libro, publicado tres años después, pero esta vez en Lima. Inicialmente titulado Patio de peregrinos (1976), el conjunto, que va a llamarse ulteriormente Mate burilado, ahonda en las mismas preocupaciones, agudizándose la conciencia de la existencia de la propia voz, del papel del poeta y una voluntad de registrar la memoria de su mundo, un mundo que ahora se extiende al conjunto del Perú interior {...}.
Esta primera etapa se cierra cuando decide dejar el país en 1977, iniciándose así el tiempo del exilio europeo, patente en los poemarios Arenas de Lutecia y Finibus Terrae y que sella, hay que decirlo, la pertenencia de Jorge Najar a esa tierra de nadie donde quedan los poetas que se alejaron de la órbita nacional {...}.
En continuidad con este motivo que estará cada vez más presente en la obra de Jorge Najar, el poemario Mascarón de proa señala el viaje como signo mayor que preside el conjunto -resuenan en el libro la navegación, los océanos surcados, los aventureros, los héroes, las naves; el título, a la manera del objeto del mascarón de proa mismo, nos lleva, nos guía en el adentramiento que efectuamos (el viaje por el mundo, el viaje por la vida, el viaje por la literatura). Su valor es múltiple, detrás de la belleza del adorno esta su valor de emblema, de alegoría y de tótem {...}. La palabra poética de Jorge Nájar realiza la difícil empresa de bosquejar un devenir entre dos orillas, una búsqueda cuyo objeto se desvanece, escapa constantemente, un ir y venir incesante que señala que en ninguna de las orillas se puede escoger residencia definitiva {...}.
La madurez, la densidad que va adquiriendo la obra de Jorge Najar a partir de Mascarón de Proa se mide también en el trabajo del sujeto. Sin amarras, este juega con una situación identitaria movediza, lo que reflejan las diversas mascaras que adopta el hablante -la del truhán, la del peregrino, la del marrano, la del viajero-, mascaras que al mismo tiempo revelan la manera como el poeta mantiene a distancia su experiencia individual, el plano biográfico-vivencial, evitando caer en el sentimentalismo, la autocompasión o la queja y proyectando sin cesar una imagen desdoblada -un tú, un él, personajes diversos con los cuales los textos dialogan- que sitúan el drama en el ámbito de lo universal, de lo cíclico, de lo arquetípico y le otorgan a la palabra -es decir al mito- valor de morada posible {...}. Gracias a la libertad que el hablante/sujeto adquiere en la exploración de lo desconocido, en la aceptación de la perdida de los puntos de referencia, en la disposición a “bailar en el delirio” y a asomarse ahí donde “arde la vida”, Espíritus parece marcar la conquista de una sabiduría, no solo por los plenos poderes ganados en la expresión, en la lengua poética sino también porque se efectúa en este último libro un movimiento de retomo {...}. El sujeto, después del viaje, de la errancia ha llegado. No es un retomo a la tierra natal, tampoco es la certeza de haber encontrado por fin un lugar habitable en el mundo, una nueva patria o una nueva morada, es más bien el haber aprendido a trazar o burilar palabras en la materia de la vida, palabras capaces de acoger a la sombra del árbol de la luz / más allá de los dientes / más allá de los huesos. █
*Poeta, catedrática de la Universidad de la Sorbona. Este texto ha sido extractado del prólogo a la Poesía reunida (Lima, UNFV, 2013) de Jorge Nájar. El autor obtuvo el Premio Cope de Poesía (1984) y el Premio Juan Rulfo de Radio France lnternacional (2001).
Antología mínima
Miguel Vilca Vargas. Una tentación, 2016, Dibujo, Pucallpa
Aeropuerto de Pucallpa
Una muchacha sonríe a mi lado
y vuela una cometa desde su corazón.
¿Tú también has hecho volar una cometa
desde tu corazón hasta la lluvia?
Aquí me dicen que en invierno
la gente naufragaba entre las aguas
de ese río invisible y violento
que invadía recuerdos y afectos,
la casa construida sobre un volcán.
Tu no has visto el invierno.
Se caen las hojas de los árboles
y el corazón es un vaso olvidado.
Se amontonan en la memoria imágenes
de quienes ya no volverás a ver,
páginas amarillas del Apocalipsis,
amores rotos hundiéndose en el aire,
sobrevolando la tierra y la historia
de los años de guerra que nos tocó vivir.
Una multitud se aglutina y nadie
viene desde lo hondo a nosotros.
¿Qué ave de rapiña ha devorado
la cometa que volaba en el corazón?
¿Alguien te llama entre el gentío?
Juro que jamás había imaginado
así la soledad en medio del sol,
junto a la gente que habla y sonríe
hundiéndose en un pozo de nieve.
Cantar aháninka (En la penumbra)
El sonido de unas voces en la alta noche solía despertarme. La anciana, vencida, dormía a mi lado. En la habitación contigua ardían delirios de un paraíso extinto en otro mundo, cuando las correrías para atrapar indios y venderlos aquí por cuatro centavos. La sombra erguida en medio del infierno sudaba y gemía. Hacía ya tanto que lo habían arrancado de su reino pero jamás el olvido cupo en su alma. Un chasquido. Una minúscula llama. Bamboleándose en la oscuridad, en silencio, encendía una vela y se arrodillaba.
Por la naciente del río de los enemigos
se sube a las tierras de Pachakamaite.
Él es padre. Él es dios. Él lo sabe todo.
Él tiene las llaves del reino,
arco iris adonde vamos todos al morir.
Pero yo, antes, debo volver
y ser el hombre verdadero que en mí subsiste.
Ayúdame, Señor, a salir de la cueva oscura
donde Oshero, el cangrejo, me ha encerrado.
*
Así oraba el anciano antes de apagar el mechero que velaba la imagen de otro dios.
¿Dónde estás Paín? ¿Dónde estás asháninka?
Lejos, muy lejos, surcando el río,
más allá de las palizadas, yendo al reino
de Pachakamaite, el dios, el padre,
allí donde se hunden los arroyos
y los pájaros desvían sus vuelos.
Allí donde canta el viento y el aire es mío.
Hacia los dientes, los huesos, los picos,
los silencios del Cerro de la Sal
que son míos, siempre míos.
*
Toda su vida el viejo asháninka oró a dioses sordos, ciegos e incapaces de comprender el fondo de su única plegaria: recuperar el reino. En la bruma nocturna yo contemplaba aquellas escenas, luego, tembloroso, me dormía abrazado a la abuela para aplacar demonios que ella había aprendido a domesticar en el fondo de sus propios huesos.
Quiero que el susurro de ese anciano exista en mi voz.
Quiero que los gritos de sus hijos sublevados por un sitio en el reino donde siempre estuvo la casa, encuentre oídos en la cacofonía del mundo.
Quiero creer que memoria y pensamiento vienen de la misma luz.
Quiero que esa imagen en la penumbra persista en mi memoria.
(En: MALAS MANERAS, 1973)
Una casa temblorosa en la colina
El que reconstruye la memoria del mundo
calla y pinta una casa temblorosa en la colina.
Otra historia se alza ahí, antigua,
en la misma tierra del país que se hunde
con las gentes que esperó caminaran
a su lado bajo el sol y se diluyeron.
Habla de días transparentes
igual a como se desea una naranja,
un poco de agua en el desierto.
Imagina resplandores sucesivos,
las estaciones, un paisaje inventado,
sucesión de viajes con estallidos
de agua a los pies.
Concibe un sueño dentro de otro sueño.
Un paraíso ubicuo en el ya perdido.
Ventanas que abre y cierra
en la casa temblorosa de la colina.
Luces titilando en ciudades
a las que llega por primera vez.
Y él ahí, al galope, en la hora imposible.
Kotosh
Bastaría sólo una palabra
para que todo vuelva desde las sombras.
El dorso inclinado en los afanes de la obra,
él la ve o cree verla cabalgando
sobre un potro a orillas del río.
Y así la pinta. ¿En qué frondas
de la guerra se ha disuelto ese cuerpo?
Pero no esboza nada más de aquel viaje.
¿Vacilaciones? ¿Traiciones? ¿Llantos?
Era octubre en el resplandor
y en el viaje un revoloteo de cenizas.
¿Será capaz de reconocerla cuando viaja
por otras vías, luces negras en la frente,
dulzura nimbada de orquídeas?
Liberado ya de antiguos afanes
el creador se dice que no ha luchado
sólo para identificar el perfume de las flores
o para saber si es ella la que gime
o sonríe en esa vieja estampa.
Tiene ahora un rayo de luz en las manos,
tierra fresca y un rebrote de sueños.
Pero no le halló significado a la dualidad
de las manos cruzadas de Kotosh,
ese vestigio de antiguos sacrificios.
(En: MATE BURILADO, 1976)
Acta de fundación
Tal rabo de salamandra desgajado del cuerpo
y en nombre de todos / del apasionado furor
de la banda de borrachos mitómanos drogadictos
que invadieron Lutecia alumbrando bombardas
en el corazón de la pobre gente
a la gloria de los fantasmas
que pueblan mi endiablado paraíso
temblando / a la deriva
cola que el saurio abandonó en su fuga
en homenaje a quienes alegres y vigorosos
danzaron amaron reventándose el cerebro
inyectándose litros / barriles de vida
para volar sobre los techos de la ciudad
quemándolo todo / huyendo de lo perfecto
—vistoso plumífero que gorjea y gorjea
erguido en la ventana del castillo—
yo
mi cuerpo y su vacío
mi ángel de vida deslumbrante y su engaño
que con paciencia examinó el asiento
las entrañas de la urbe donde florece en silencio
el amor / el odio
y donde ya nadie baila ni cumbia ni ukelele
para no molestar para dejarlos en paz
me dejo llevar por el gordo río hacia no sé dónde
cansado de armar el circo cada mañana
para agradar y divertir a estos gentiles
tan nobles tan difíciles tan serios
y
habiendo considerado todo
la belleza / el fondo
las elegantes ancas / las elegantes crines
de mis niñas / de mis dueñas
pardas negras amarillas
los caballitos de papel que arrojan al aire
cuando paso volando por encima de este río
—Saint Michel—
la conciencia invadida de anfetaminas
mi pobre corazón endurecido por el desdén
declara estar aquí
en sus luces pero arrinconado y tembleque
en una esquina de la calle de l'Ancienne Comedie
frente a la estatua de Danton que ordena
cordura y prudencia en sus golpes
a los girondinos / a los tombos
a los ignorantes / al cultísimo pueblo
que pesa y mide diferencias entre quimeras
del amor / de la renta
mientras se abre el banquete y sin fastos
te levanto mi niña rodando en el aire
en el pasto del mediodía
libérame sin embargo de tantas visiones
y vence mi angustiada cabeza con el sueño
antes que me embarque y deje a los señores
confirmar lo hecho por este soldado
capitán de la corona / domador de quimeras
que con no humilde coturno canta esta romanza
como canta el perico en su ramita de guayaba
sacado del original
por el suscrito
París 18 de brumario
(En: FINIBUS TERRAE, 1984)
Esperando el nuevo día
Regresar a la posada donde duermen los huesos
de esta alma agitada y contemplar allí la tinta
de unas cartas recién llegadas del Perú: arden
mis querencias mientras yo agonizo en la distancia.
No hay quien no me pida volver pero nadie
evita la descripción del infierno y sus diablos:
"ya los bárbaros tomaron gran parte de la villa
donde alguna vez viviste a tus anchas;
ya encendieron fogatas en el patio de casa
y ahora resuenan sus tambores esperando."
Bah, a mi sueño le estorba la ajetreada realidad
y es inútil esperar a quienes se extraviaron en el mar.
A lo largo del naufragio he vivido
nutriéndome de quimeras: raíces, afectos.
He vivido enredándome en desaciertos:
la ilusión del poema denso y perfecto,
la toma de distancia para el goce mayor.
He vivido yendo y viniendo por los caminos
de todas las evasiones y ahora que los crucé
ya no sé si seguir esperando erguido en la proa
o si hundirme en los senderos de la contemplación
de unos lienzos donde solo leo tragedias,
pesadillas perfectas pintadas para la eternidad.
Salmo toledano
No lo niego y menos aún quienes aquí yacen:
abandoné la casa cuando el fuego la asaltaba.
Mas hubiera podido quedarme y resistir
tal los míos que desde siglos van
perdiendo y ganando lo que les pertenece.
Pero todo lamento ahora me es impropio
y heme tejiendo el tapiz de la errancia.
Anclado en el peñón rojizo, de hinojos
ante unas tallas que alumbraron entendimiento
quiero darle descanso a este cuerpo roto,
rehacer las costuras del revés mientras mis ojos
todavía puedan sonreír solitarios en este templo
donde antaño orar nos costaba la vida.
Fortaleza de letras perfectas pero ya nunca
de nos el patio donde florecieran días hermosos.
No lo niego y menos aún quienes aquí yacen:
sólo sobreviven aquellos que aprenden
a reprimir recuerdos donde la barbarie
y la soldadesca torva empalan la memoria.
¿Pero qué hago aquí ahora evocándolos?
¿Hay acaso en mí restos del cristiano viejo
que pretende convertir en humo la verdad
de la historia de los reinos del Perú?
Oh, no. Ya basta y que el olvido sea
mientras oscurece en el peñón toledano
bajo el manto de una brisa helada.
(En: LIENZO ESCRITO, 1992)
Cazador en la nieve
Cazador avanzando en la nieve, a tus pies una jauría de lebreles baja por la pendiente hacia el valle y la aldea.
Y lo que bruscamente te golpea no es el porvenir ni el ahora.
Sobre tus hombros cuelgan la barra y el zorro recién quemado por tu furia al borde del precipicio.
Pero no ves ni la aldea ni el precipicio ni sientes que la sangre del zorro gotea en la nieve, sólo la sombra que cae desde ti hasta ti mismo.
El gorro hundido en la frente, sumido en las sombras, pasas entre árboles martirizados por la blancura del invierno.
Pero no tienes ojos para detenerte en el paisaje.
Sólo miras hacia adentro de la torre de luces que eres, los ríos invisibles, mares, océanos que se mueven a tu paso.
Y en tu memoria, las gentes que amaste y aún buscas.
Y allí donde tus caudales se aceleran y no resistes, toda la infancia, las grandes comilonas del verano al pie de los árboles frondosos.
El fuego ardiendo en los deliciosos cuerpos de tus primas, debajo de sus rústicas faldas.
Y todo el goce adolescente entre la hierba de los prados donde otra vida, usos y colores, ajenos y tuyos, te iluminan y brillan.
Más allá, en los puntos negros de tu propio universo, vacíos, desencuentros en el corazón de los caminos a los que siempre vuelves solitario.
¿Tañe tu vida en la hora nona, al borde del precipicio desde el que se contempla tu aldea, el fuego del hogar, los hijos que se niegan a beber la leche caliente de las cabras?
¿Tañe tu vida en la hora nona?
Cazador solitario, vives con la gente que te puebla, los ríos que te tejen horizontales, verticales, circuitos del goce.
A tus pies la jauría de lebreles baja por la pendiente.
Ya estás llegando a casa y sudas al contemplar la aldea en la blancura del invierno.
Te esperan en la cocina botellas repletas con los alcoholes de los frutos del último verano.
Y atizando leños, el cuerpo delicioso que la mujer cubre con sus rústicas faldas.
Mermeladas con las dulzuras rojas del campo. Y todos los estallidos del goce.
Mas tu gloria en realidad comienza allí cuando las ventanas de esa casa humeante en el invierno se entrecierran y en los nevados patios, invisible, subterránea, germina la mimosa.
Y todo en ti bulle en silencio.
Las lucecillas dentro de tu cuerpo comienzan a encenderse.
Y lo que bruscamente te golpea ya no es el porvenir ni el ayer sino el instante.
Anticipo del viaje hacia el delirio al borde de los precipicios de ese cuerpo que gime en la breve duración de las flamas mientras la espesa leche de las cabras humea entre los leños del fogón.
(En: MASCARÓN DE PROA, 1999)
Suma
Brotan de la montaña gruñidos, huesos,
murmullo de voces: era un día gélido
cuando allí enterraron al emperador.
Nació en la guerra. Vivió en la guerra.
En escamas de tortuga dibujaron
los perfiles de las madres,
de los amores y de los hijos
abandonados por la guerra.
En seda. En láminas de bambú.
Toda la historia del clan.
Los sobrevivientes también son de arena.
Los gusanos dieron cuenta del resto.
Quien pase por ahí silbando
sólo verá la superficie de la montaña,
nada, un cúmulo de tierra seca.
Quienes avancen con el mentón hundido,
sólo los tormentos de la existencia.
Y los que vayan con los ojos brillantes
adivinarán lo que ocurrirá mañana.
Plegaria
Señor, en las puertas de estas ruinas
comienza el fin. El fin de qué, dirás.
Solo tú lo sabes. Más allá están las dunas.
Quiero, pues, antes de extraviarme
depositar en tu gruta algo de mí.
No sé cantar, ni bailar. Y ya no puedo ni llorar.
Pero aún puedo pagar y darle a este artista,
magro y triste, la tarea de pintar beldades
que vuelen leves alrededor de tu cuerpo regordete.
Acéptalas, Señor, pues no eres tan torpe
para no adivinar que ésas son las formas
de mis rezos, de mis humildes plegarias
para que mi mercadería llegue a destino.
Todo lo que llevo es contrabando,
pero cuánto sudor me ha costado.
Acepta, Señor, mi ofrenda.
Y no siembres traición entre mis pies
pues nada sería más desierto
que perseguirte sediento entre las dunas,
maldiciéndote entre la risa y el olvido.
Yo cumplo lo que digo.
Yo cumplo y te sonrío
con una taza de té en la mano
y en la otra una lugareña
que mañana se olvidará de mí.
(En: ALLÍ DONDE BROTA LA LUZ, 2007)
BAJO LAS ÁGUILAS
1.
Bajo las águilas los caballos relinchan
Aunque la velocidad del viento ha bajado
El frío sigue intenso por la calle de los Mártires
Por ahí suben y bajan voces clamores y silencios
¿Qué esperaban de mí? ¿Un póquer de ases?
Nada aguardo del azar de las cumbres
Tal vez sí el tropezón en el penúltimo instante
Y más allá el desfiladero por donde avanza
El palpitante mundo de los burdeles
Y el Ángel de la Consolación que sólo quiere
Hablar de la belleza y del odio
La aristocracia de los abolengos inventados
La de los vendedores de guano
La falsa República Aristocrática
¡Qué risa las glorias pretéritas!
Detrás de las viejas puertas gimen
Los pájaros cautivos / Los amoríos truncos
Nuestra vida dispersa entre océanos y continentes
Todo eso resumido en un instante
En esta voz que tropieza y se levanta
Y canta No ser sólo la suma de los huesos
Algo de alivio espero en mi palabra
2.
Bajo las águilas los zorros en el acantilado
¿Tu palabra? / El jefe de la tribu
Soñaba con la idea de la política
El comercio del hierro del cemento
O de cualquier asunto rentable
Poesía y amor / decía / no son asuntos convergentes
El amor es un rayo permanente / Un rayo
Y la poesía una lenta combustión
Que arde en la paciencia
¿De qué vivir sin el fulgor de las convergencias?
Ser un personaje dorado en alguna trinchera del poder
O ser un pobre diablo arrimado al dinero de los otros
En la guerra por la existencia sólo el dinero
Te permite navegar de un océano a otro
El jefe de la tribu hundido en su terruño
Hubiera dado el pájaro azul dormido en su corazón
Por subir por la cuesta del Calvario
Hacia la cima donde se trenzan los presagios
Y desde ahí lanzar su último dardo
No quiero que mi vida acabe en un puñado de ceniza
No lo quiero por nada del mundo ¿Me entiendes?
Bajo las águilas los zorros de abajo cantan
3.
Por la pendiente que te lleva que te trae
La primavera ha llegado cargada de frío
Y ahora toda ella resbala por el alcantarillado
Todo resbala con las últimas luces de la fiesta
El norte / el sur / oriente / occidente
Sólo perdura la idea del dardo y su veneno
En busca de limpieza te has extraviado
Golpeándote con los fantasmas de la historia
En esa búsqueda se te ha ido el tiempo
Por los puntos de unión sin encontrar a nadie
Sólo las llanuras de las altas velocidades
Sólo los trenes que bajan en la oscuridad
El scotch que se desliza por la misma senda
Y se infiltra en la sangre y en tu existencia
Cada quien más solo bajo las águilas
Rumbo hacia el otro lado del mundo
4.
En el penúltimo peldaño te asaltan visiones
De las horas vividas en las callejas onduladas
Y en la piedra antigua de los cementerios andinos
Pasando entre las cabezas allí acumuladas
Acaso tropezaste en el rostro de alguien
Y éste llorando se puso a gemir
¿Quién eres tú que vas por este mundo
Golpeando a los demás en la cara?
Soy un sobreviviente / digo / soy el que avanza
Dando manotadas en el aire oscuro
Estoy en medio del tumulto
Frente a los rieles que cruzan los mares
Recitando cantos bárbaros
En medio del círculo donde todo se anuda
Estoy en el centro de la hoguera bailando
Y recordando a mis muertos y a mis vivos
Con palabras salvajes para apaciguar
Las marcas de la sal Una traición
Una mentira El infierno
(En: PIEDRA ANGULAR, 2013)
Árbol de luz
Labrado por el placer y los años
estoy a los pies del árbol-madre,
con los ojos brillantes, descalzo,
avanzando hacia la sangre;
subo desnudo por los aires, los ríos
donde me plazco, lloro, canto;
subo hacia las inocentes flores
que mis afanes le arrancan.
¿El viento negro pretenderá devastarme?
Más arduo sería quedarme en silencio,
inmovilizado por las mariposas de la noche.
Saltan los pétalos, saltan los cogollos,
materia generadora de la vida.
Soy ese camino hacia la luz.
Soy el camino que se hunde
en la verdad.
*
Entre quienes van a quién sabe
qué profundidades, qué placeres,
doy un salto hacia la luz;
y allí reencuentro en la algarabía
de criaturas de la vida, del dolor,
la humildad de los que vuelven,
el jolgorio de los que se van
y en compañía de ellos me digo:
al diablo el oropel, los festines
las luces de bengala,
al diablo.
*
Al diablo los precipicios del vivir
en la guerra de todos los días;
mejor sería quedarse soñando
a tus pies viejo árbol,
limpiarse de la vanidad oculta
en el aire tan simple que nadie ve.
Y en el charco amarillo el reflejo
de la luna, del colibrí cantando
mientras saboreo tu grandeza.
Con tu savia vienen las promesas
de otro mundo, de otro sueño.
Poco importa si al despertar
la noche arda o no
pues lo que sí cuenta
es brillar bajo tu sombra.
(En: ESPÍRITUS, 2013)
HUAYNOS PARA CANTAR Y BAILAR HASTA EL AMANECER
1.
Bajando por una ladera
las cruces de los héroes caídos por la patria
como niños buenos en el coro de la iglesia
De pronto un centelleo de luces en la memoria
Cierro los ojos y estoy en el cementerio donde yacen mis padres
Perros escuálidos cruces rotas gallinazos en el cielo
Incluso en la proliferación de la mala hierba
sé que allí alguien falta pero no me esperen en ese lar
No me esperen
2.
En la fotografía lucen águanos y cedros flotando en el río
Y encima del tractor amarillo mi padre y otros madereros
regresando a casa con sus trofeos de guerra
árboles muertos pieles de felinos huevos de tortugas
Incluso si el año del mono lanzaba predicciones de felicidad
y nos abastecía de ron y cerveza para las pandillas
Yo sé que en esa algarabía ya nunca más
Yo ya no más
3.
Venían del alto monte donde habían pasado meses
Zapateaban sobre la tierra roja y corrían
con la escopeta y el hacha en las manos
hacia el primer amor hacia cualquier entrega
Sé que alguien falta en esa fiesta
Sé que quienes me hicieron a ese mundo
eran también feroces actores de batallas perdidas
Que no me esperen en ese combate
Que no me esperen
4.
Largo tiempo permanecí entre las sombras
de un bosque roído por los gusanos
Entre llantos y gritos conseguí escapar
cruzando los puentes de un río salvaje
Fue bueno detenerse frente a las islas
para ver cómo ardía el horizonte
Y cómo cantaban las aguas
Asombrado por la belleza
allí permanezco con la boca abierta
Sediento de placer
(En: HOTEL UNIVERSO, 2016)
Creditos:
Illustraciones:
Miguel Vilca Vargas.
El gran acosador, 2016. Dibujo a lápiz sobre papel, Pucallpa.
Una tentación, 2016, Dibujo a lápiz sobre papel, Pucallpa
Fuente del artículo:
QUIPU VIRTUAL – Boletín de Cultura Peruana - Ministerio de Relaciones Exteriores N° 28, 11/12/2020
https://www.quipuvirtualculturaperuana.net/boletininternacional28 última consultación el 31-12-2020